13 julio, 2016

Te grito ahogada de dolor. Te grito a vos, le grito a todos pero te grito a vos. Busco lastimarte con las palabras saliendo como cuerdas rotas. Advierto el exceso pero no puedo parar. Ahogada, sí. En ese exacto momento en el que el reproche propio no me deja respirar. 
NO VALES NADA. NO VALES NADA. NO VALES NADA. NO VALES NADA. Es domingo y me convenzo: NO VALES NADA. Es una madrugada cruel, vamos a pernoctar en la miseria y a gritarnos los fantasmas. Las venas abiertas de ira. NO VALES NADA. Llena de distancia. NO VALES NADA. 
Grito con el deseo carnívoro que despelleja lo poco que queda y me tumbo en la cama a observar los restos, pequeños pedazos de mí. 

Yo sé que convivo con esta tormenta desquiciada dentro, con ese zarpazo desmedido. Solo puedo arrojarte una mirada agotada de ojos destrozados y apoyar mi cabeza en tu pecho para lamer las heridas de esas guerras despiadadas conmigo misma. Besarte pidiendo una disculpa que tampoco creo merecer, sobre todas las cosas cuando la disculpa más imposible es la propia. 

Gracias por guardarte la pena y la lástima. Y por las verdades de a cuotas. 
Cuando estoy abierta y descarnada, cuando sangro tripas desde las entrañas. Gracias por prestarme tus ojos cuando no quiero verme sonreír. 

09 mayo, 2016

Llevo días intentando escribirte. Revisé cajas y papeles intentando encontrar la copia de esa carta que alguna vez te entregué con ese ejemplar de Rayuela que aún debe juntar polvo en algún estante. Repasé una por una las situaciones buscando todas las palabras que decís que jamás te dije. Y nos decimos ahora, claro, tarde. 
Llevo días intentando escribirte. Tratando de registrar tu lista interminable de reproches. Escucharte fue arrancar los parches y reabrir las heridas de los tiempos de miedo. Yo estaba rota, creo habértelo repetido en más de una ocasión. 
Llevo días leyendo todo lo que alguna vez te escribí sin decirte. A mí no podían lastimarme mucho más, sabés? Y sin embargo lloré cuando di vuelta la esquina de la misma forma que lloré esta vez cuando te fuiste vos. 
No sirve de nada esta renovación de angustia de todo lo que nunca fuimos. No sirve esta cosa de pensar de nuevo cada frase intentando entender la responsabilidad que impunemente me adjudicas. Vos no me elegiste, deberías poder decirlo así. Yo no te pedí que me eligieras, debería haber empezado por ahí.  

21 enero, 2016

¿Para qué escribe uno si no 
es para juntar sus pedazos?

y para ponerle letra a las sensaciones que se me clavan en la piel
para no ablandar los recuerdos a través del tiempos y hacerte así justicia con la memoria
para dejar ir
-o para no olvidar la necesidad de dejar ir- 
para guardar el rastro que dejan los cuerpos
para luchar con las palabras que no digo 
-o hacer soportable el castigo de decir de más- 
para marcar huella de camino por el que siempre se puede volver
para aprender a mirarme completa desde algún rincón 
con el miedo, la risa y la angustia
cuando soy la ansiedad pisándome los talones
con los huecos repletos de fantasmas
para tender puentes que acorten distancias y aprender a tocar con los idiomas
ordenándome las contradicciones
lidiando con los recuerdos
acariciándome y sabiéndome repleta de amores y guerras

y cuando las manos se vuelven vacío
cuando no puedo vomitarme las tripas revueltas
escribirme para recordar las razones de escribirme
para despedazarme
para decirme
para volver a nacer refugio de mi misma
para zarpar otra vez. 


01 diciembre, 2015

Somos ajenos. No nos pertenece este insomnio ni el juego de palabras que no conocen colchón. No somos nada más que este pensamiento abstracto de buscarnos uno en el otro. Probablemente nunca seamos más que la imagen que nos recreamos mutuamente antes de amanecer y dar de nuevo, lo morfológicamente perfecto y racionalizado, una estructura de palabras diagramadas que complementan esta crisis de lo real cayendo por su propio peso. 
"Lo real cayendo por su propio peso"; algo así debí haberle dicho a Lucas cuando la otra noche volvió a aplastarme con el problema de los tiempos y el avasallamiento. No sería capaz de cuestionarle la realidad. Los tiempos, esos que vos decís... mis tiempos que no son tuyos o, peor, los que sí. 
En el medio llega su mensaje agotado de colapso mental y cuerpo desencajado y las palabras que usas te vuelven más propio y real que su mano en mi espalda. La empatía de estar viviendo el mismo tiempo, un poco allá y otro poco acá. 
Somos ajenos pero nos pertenecemos en la angustia compartida y nos alimentamos de aquello que no somos ni seremos. Somos cientos de kilómetros de una idea desmontable que nos dibuja a imagen y semejanza y que puede desmoronarse en esa primer mirada que jamás existió. 

10 septiembre, 2015

- ¿Crees que nos hubiésemos amado si nos hubiésemos conocido de otra manera?
- ¿Qué otra manera?
- No sé, otra manera.
- Creo que nos amamos así, de esta manera.
- ¿Nos amamos?
- Yo te amo.
- Yo también.
- Nos lo decimos poco. No solemos preguntarnos estas cosas. ¿Qué te agarró?
- Creo que fue cuando llorabas el otro día. Me dio bronca.
- ¿Qué te dio bronca?
- No importa.
- ¿Que llorara?
- Que nunca nos encontremos... como decís vos.
- Ah... eso... Son muchos años, qué sé yo.
- No me acuerdo cuándo fue.
- En la puerta de casa, en el 2003. Te estabas yendo. Yo te encaré... Éramos chicos.
- Cierto que ya no somos chicos...
- A veces...
- De la primera vez que garchamos sí me acuerdo.
- De la primera vez que garchaste, querrás decir.
- Sh.
- Estás raro últimamente.
- Las flores... Lo que en realidad pensaba es que no entiendo por qué nunca probamos...
- Porque en realidad sabemos que no funcionaría.
- ¿Por qué?
- Porque disfrutamos compartir nuestra vida y crearnos estos momentos. Somos rebuscados. Pero en la vida cotidiana es otra cosa.
- Ya sé, pero también hace como 7 años que nos decimos eso y acá estamos.
- Pero somos eso, el respiro que nos damos de tanta cosa.
- ¿Y no podría ser más real?
- ¿Esto no es real?
- Ya sabes qué quiero decir.
- Lo real es que ahora estoy desnuda y acostada al lado tuyo.
- Pero te vas a ir...
- Me puedo quedar a dormir también.
- Pero si estuvieras a tres cuadras de tu casa te irías.
- No sé, ya no estoy a tres cuadras de mi casa y me voy a quedar a dormir. ¿Qué es lo que te pasa?
- No sé.
- Vos sabes que éste no es el mejor momento para esta conversación.
- Ya sé. Perdón.
- Quiero tener 17 otra vez y estar puteándote porque me llamas borracho a las 7 de la mañana para preguntarme si podes dormir en el patio.
- Tan fisura.
- Mentira. No quiero tener 17 otra vez.
- Ya lo sé. No vuelvas a tener 17. Vamos a dormir...
- ¿Te enojaste?
- No.
- Te amo. ¿Ves? Te amaba a los 17.
- Estabas loca.
- ¿Ahora no?
- Ahora también.

09 septiembre, 2015

Detrás de todo este espectáculo de palabras 
tiembla indeciblemente la esperanza de que me leas, 
de que no haya muerto del todo en tu memoria. 

Julio. 

27 agosto, 2015

Enredarme entre tus sábanas con olor a cantata de puentes amarillos,
que las horas sean y no me dejes ir.
Quedarme atascada en tus acordes exactos,
que seas música, té con miel, tierra, sol.
Hacer pie en el celeste de tus ojos,
un instante, una canción, un pedacito de vos.
Y amarte también...



tan solo así serás feliz